No hace mucho comencé ese recorrido y debo admitir que es un trabajo largo, intenso y gratificante.
Largo porque inevitablemente te das cuenta que es un proceso que te llevará toda la vida. Uno sabe dónde empieza, pero no se sabe dónde se termina.
Intenso, porque es una elaboración diaria, y desde ahí en adelante. Definitivamente un viaje de ida, porque luego ya no sos el mismo. Es como un deber moral. Algo hay que hacer con "eso". O al menos eso me generó a mi.
Y ahí está lo gratificante. Es un nuevo motor para tratar ser mejor persona. Es un movilizador de ideas.
Y poder expresar y hablar es una manera de exponerlas (y exponerme), lo que actúa por sí sólo como un aliviador, porque siempre he sido del tipo de personas que trata de mostrar lo mejor de sí y no deja de ser desgastante.
A mis otras "personalidades", que aunque propias las puedo alejar hasta ponerlas como mis sombras, las llamé DEMONIOS. Hasta ahora pude identificar a las más "picantes". Ira, Intolerancia, Perfeccionismo, Miedos, Sinceridad brutal (que no es lo mismo que ser honesto), Control, Envidia.
Tengo trabajo para rato, pero no me desalienta porque confío en que luego de encontrar y tratar de moderar a mis DEMONIOS voy a poder también reconocer a mis ANGELES.
Este collar es mi primera manifestación de "ellos", los "malos".
